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lunes, 6 de mayo de 2013


El realismo o de como las teorías  científicas deben ser falsables si creemos en el progreso.
El realismo en un concepto que admite muchas definiciones. Dentro de la teoría de la ciencia, se le suele definir como la propuesta que describe, o pretende,  el mundo observable, y ya puesto el que está detrás de las apariencias, o dicho de otra forma, mostrar la verdad de lo que hay. Existe una estrategia abductiva, como hipótesis inventada para explicar una serie de fenómenos, que  el realista emplea en relación con el éxito predictivo de la ciencia, es decir, el recurso a la verdad aproximada como mejor explicación de ese éxito. Diéguez afirma, que pese a la imposibilidad de encontrar una caracterización que pueda satisfacer a todos, cree que el realismo científico, en sus diferentes variantes, ha intentado responder fundamentalmente a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación que guardan nuestras teorías científicas (TC) y el mundo? Esto marca  una diferencia notable entre el realismo científico y el realismo metafísico tradicional. En efecto, no se trata de dilucidar la naturaleza ontológica del mundo, ni su carácter primario o independiente frente al espíritu o la mente; se trata más bien de averiguar cuál es la mejor manera de interpretar las teorías científicas a la luz de los objetivos y los resultados alcanzados por la ciencia a lo largo de su historia, bien que para ello sea necesario presuponer ciertas condiciones en el mundo y en nuestro acceso cognitivo a él. Las diversas opciones las divide en 5 tesis, que como veremos no son excluyentes entre sí, y sus contrarios[1].
Todas ellas comparten cosas pero no son reducibles entre sí, al menos totalmente, porque como dice Devitt, “ninguna doctrina de la verdad es en modo alguno constitutiva del realismo”
Es decir, que la posición que se adopte en lo referente al problema de la verdad en la ciencia es indiferente a la posición que se asuma con respecto al realismo ontológico o metafísico, de manera que se abandona la posición única de la verdad como correspondencia y lo que se busca dentro de las teorías es que expliquen lo que conocemos como realidad o como, señala Zamora Bonilla (ZB), en su análisis sobre la crítica al realismo hecha por Moulines, las propiedades objetivas de las cosas. Se puede decir que el objetivo del realismo científico es el de lograr teorías que tengan éxito predictivo, pues eso significaría que serían más correctas o verdaderas que las anteriores ya que explicarían las teorías anteriores y sus fallos, al mismo tiempo que describirían las estructuras ocultas. Aunque hay quien afirma, con Laudan y Moulines, que el éxito predictivo no implica verdad y que la ciencia no es acumular verdades  sino resolver problemas, los mortales creemos en el progreso de la ciencia y en la verdad de las teorías actuales, aún sabiendo, gracias al genio explicativo encerrado en libros como Mentiras a medias, que esas teorías actuales han sustituido a otras dadas por buenas anteriormente y que es posible que también sean refutadas posteriormente. De manera tal, que el progreso científico no se basa en la “verdad” de las teorías, si no en su verosimilitud. El campo de batalla está en la confrontación de las teorías con la experiencia y en cómo se lleva a cabo, ya que los términos o conceptos de las teorías anteriores refutadas pueden no explicar ni referirse a lo mismo que en las nuevas. El fantasma del relativismo sobre las TC, paradigmas, programas de investigación, etc, afectaba también a la racionalidad de la ciencia que era atacada por medio de las tesis de la inconmensurabilidad  de las teorías entre sí, o la  inescrutabilidad de la referencia, que viene a decir que no sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de la realidad, según ZB.  Popper acudió en ayuda de la verosimilitud de las teorías con su noción de falsabilidad, de manera que aún sabiendo que las teorías suelen ser falsas, algunas son “menos falsas que otras”, y lo hizo partiendo del concepto de verdad de Tarski que no era otro que rehabilitar la verdad como correspondencia. Popper propone su idea de verosimilitud como un ideal regulador que cumpliera con las ideas de verdad y del contenido lógico que la incluye, para lo que tuvo que postular  la tesis de que una teoría o hipótesis que está más próxima a la verdad que otra, es, como todas nuestras teorías, una conjetura. Para realizar la crítica o refutación propuso su método de la falsación, tesis que propone que nuestro conocimiento sólo puede aumentar con teorías conjeturales, -que por definición son imposibles de comprobar sin son verdaderas-, que puedan ser contrastadas por hechos intersubjetivamente contrastables con la experiencia y reproducibles. Así acaba con parte de la dosis escéptica connatural del ser humano, al mismo tiempo que podemos predecir deducciones lógicas de la teoría. El grado de verosimilitud de una teoría sería mayor o menor respecto a otras, según resista la contrastabilidad o corroboración de los test empíricos a que se les someta. La idea que subyace a Popper es que el progreso científico debe entenderse fundamentalmente como progreso hacia la verdad, que es lo que persigue desde siempre la gente con sentido común. Como es habitual en los  trances del conocimiento, pronto le llovieron las críticas, sobre todo desde posiciones que ponían en duda la cercanía a la verdad como la que dio Khun casi simultáneamente a la formulación del concepto por parte de Popper, en La estructura de las revoluciones científicas: “Es posible que tengamos que renunciar a la noción, explícita o implícita, de que los cambios de paradigma llevan a los científicos….cada vez más cerca de la verdad”, y otras como las de Feyebarend, Laudan y Stegmuller, entre otros. Khun fue más explicito posteriormente  y señaló que las generalizaciones exitosas de las teorías se referían más a la ontología de las teorías que a lo que realmente “estaba ahí”, señalando que esta situación no salvaba la noción de verdad, porque no había una sucesión real de este desarrollo ontológico de las teorías con su contraparte real. Aunque quizá era más importante la inconmensurabilidad de las teorías si están desarrolladas desde paradigmas diferentes.
Por su parte Feyebarend puso en duda la idea misma de que la ciencia debe proponerse objetos tan elevados como la Verdad…cuando lo que más bien ocurre es que las teorías pasadas son reformuladas tendenciosamente por los científicos posteriores que hacen que sus teorías parezcan un progreso con lo que el aumento de contenido o grado de verosimilitud sea una ilusión. Las críticas más fuertes las recibió cuando fue atacada la concepción lógica de su teoría de la verosimilitud. Miller y Tichy criticaron su definición cualitativa del concepto “ser más verosímil que”, demostrando que no servía más que para el único caso en que dos teorías se compararan entre sí y ambas fueran verdaderas. También la definición cuantitativa manifestó inconsistencias, (Rivadulla), que al ser formales, (al menos más consistentes que las estrictamente filosóficas), llevaron al Popper octogenario a abandonar la idea formal de verosimilitud aún a pesar de reconocer que su teoría funcionaba. Lo que realmente importa para el progreso de la ciencia es que como dice ZB, es que este concepto podía servir para caracterizar la ciencia como una actividad epistemológicamente racional, con lo que el problema pasa a ser el de definir de forma precisa, el concepto de semejanza con la verdad. Se propusieron varios enfoques distintos, grados de similaridad, verdad  aproximada, parcial, grados de verdad o de plausabilidad, el probabilista, consecuencial, etc. Dentro del enfoque de la similaridad hubo dos programas, el sintáctico y el semántico que se diferenciaban básicamente en que el enfoque sintáctico toma como elementos lógicos de su espacio los enunciados máximamente informativos y establece sus diferencias entre sus elementos en función de la estructura lógico-gramatical, (sintáctica),de sus enunciados, mientras que el otro toma como elementos los propios aspectos de la realidad, “los modelos”, enunciados con una descripción, (semántica) más completa  porque refieren. Por razones de espacio y tiempo, he mostrado sólo algunos de los enfoques críticos, lo que quiero señalar es que la definición del concepto de rehabilitación de la verdad, la verosimilitud Popperiana, no es el único que basta para decidir que es el realismo. Lo que quizá si es más importante es decidir si la verdad es el objetivo de la ciencia o su legisimitud, (Cohen), es decir que haya razones para desearla científicamente. Los datos pueden ser tomados para diversos fines o hipótesis de futuro, y aunque el grado de acierto  en las predicciones, suela ser covariante con el grado de verosimilitud, esto no es una prueba de que siempre ocurra así y si nos referimos a una estructura, no está claro que hipótesis debemos cambiar para su éxito predictivo y sobre todo, porque hipótesis debemos cambiarlas para que triunfe. Ante estas dificultades ZB propone un enfoque metodológico de verosimilitud, que parte de este axioma fundamental: “La investigación científica es una actividad cuyo objetivo es el de resolver problemas cognitivos con la ayuda de teorías que tengan el grado más alto posible de verosimilitud”.  El enfoque debe  ser externalista o internalista, según el objetivo esté determinado por causas externas o internas, por motivos sociales o epistemológicos, ya que de este modo la investigación científica se mostraría como una actividad racional en el contexto de las ciencias humanas.  Creo que el progreso  sólo se adquiere aplicando a la teoría y a sus predicciones un método de verosimilitud que nos confirme, “que al menos de momento”, es válida y nos predice los hechos mejor que las anteriores teorías. No sé por qué las teorías deben permanecer infinitamente inalterables  y nosotros no. Por ejemplo, podría quedar inalterable la Kim Bassinger de Nueve semanas y media o L.A .Confidential, y quizá yo mismo.




[1] Realismo ontológico. Las entidades teóricas postuladas por las teorías científicas bien establecidas existen (puede haber excepciones). O sea, los términos teóricos típicamente refieren. Se oponen el instrumentalismo sobre entidades (las entidades teóricas son meros recursos predictivos) y el constructivismo social (las entidades teóricas son construidas socialmente)
Realismo epistemológico. Las teorías científicas (TC) nos proporcionan un conocimiento adecuado, de la realidad con independencia de nuestros procesos cognitivos. Se oponen el fenomenismo (las teorías científicas sólo tratan de fenómenos observables) y el idealismo epistemológico (las teorías científicas versan sobre una realidad hecha por la mente).
3) Realismo teórico. Las TC son susceptibles de verdad o falsedad. Se opone el instrumentalismo teórico (las teorías científicas son instrumentos de cálculo, útiles o no, pero no verdaderas o falsas).
4) Realismo semántico. Las TC son verdaderas o falsas en función de su correspondencia con la realidad. Se oponen el pragmatismo (la verdad o falsedad de las TC han de entenderse en relación con las actividades cognitivas humanas), el coherentismo (la verdad o la falsedad de las TC no significa otra cosa que su coherencia con un sistema previamente aceptado de  creencias o de teorías) y el relativismo (la verdad o la falsedad de las TC son relativas a los contextos en los que éstas surgen).
5) Realismo progresivo. La ciencia progresa teniendo como meta la verdad. Las nuevas teorías contienen más verdad y/o menos falsedad que las anteriores. Al realismo progresivo se opone lo que, a falta de nombre mejor, cabe llamar antirrealismo sobre el progreso (el progreso en la ciencia no puede ser establecido como un acercamiento creciente a la verdad).

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