El realismo o de como las teorías
científicas deben ser falsables si creemos en el progreso.
El realismo en un concepto que admite muchas definiciones.
Dentro de la teoría de la ciencia, se le suele definir como la propuesta que
describe, o pretende, el mundo
observable, y ya puesto el que está detrás de las apariencias, o dicho de otra
forma, mostrar la verdad de lo que hay. Existe una estrategia abductiva, como
hipótesis inventada para explicar una serie de fenómenos, que el realista emplea en relación con el éxito
predictivo de la ciencia, es decir, el recurso a la verdad aproximada como
mejor explicación de ese éxito. Diéguez afirma, que pese a la imposibilidad de encontrar una caracterización que pueda
satisfacer a todos, cree que el realismo científico, en sus diferentes
variantes, ha intentado responder fundamentalmente a la siguiente pregunta:
¿Cuál es la relación que guardan nuestras teorías científicas (TC) y el mundo?
Esto marca una diferencia notable entre
el realismo científico y el realismo metafísico tradicional. En efecto, no se
trata de dilucidar la naturaleza ontológica del mundo, ni su carácter primario
o independiente frente al espíritu o la mente; se trata más bien de averiguar
cuál es la mejor manera de interpretar las teorías científicas a la luz de los
objetivos y los resultados alcanzados por la ciencia a lo largo de su historia,
bien que para ello sea necesario presuponer ciertas condiciones en el mundo y
en nuestro acceso cognitivo a él. Las diversas opciones las divide en 5 tesis,
que como veremos no son excluyentes entre sí, y sus contrarios[1].
Todas ellas comparten cosas pero no
son reducibles entre sí, al menos totalmente, porque como dice Devitt, “ninguna
doctrina de la verdad es en modo alguno constitutiva del realismo”
Es decir, que la posición que se
adopte en lo referente al problema de la verdad en la ciencia es indiferente a
la posición que se asuma con respecto al realismo ontológico o metafísico, de
manera que se abandona la posición única de la verdad como correspondencia y lo
que se busca dentro de las teorías es que expliquen lo que conocemos como
realidad o como, señala Zamora Bonilla (ZB), en su análisis sobre la crítica al realismo hecha
por Moulines, las propiedades objetivas de las cosas. Se puede decir que el
objetivo del realismo científico es el de lograr teorías que tengan éxito
predictivo, pues eso significaría que serían más correctas o verdaderas que las
anteriores ya que explicarían las teorías anteriores y sus fallos, al mismo
tiempo que describirían las estructuras ocultas. Aunque hay quien afirma, con
Laudan y Moulines, que el éxito predictivo no implica verdad y que la ciencia
no es acumular verdades sino resolver
problemas, los mortales creemos en el progreso de la ciencia y en la verdad de
las teorías actuales, aún sabiendo, gracias al genio explicativo encerrado en
libros como Mentiras a medias, que esas teorías actuales han sustituido a otras
dadas por buenas anteriormente y que es posible que también sean refutadas
posteriormente. De manera tal, que el
progreso científico no se basa en la “verdad” de las teorías, si no en su
verosimilitud. El campo de batalla está en la confrontación de las teorías
con la experiencia y en cómo se lleva a cabo, ya que los términos o conceptos
de las teorías anteriores refutadas pueden no explicar ni referirse a lo mismo
que en las nuevas. El fantasma del relativismo sobre las TC, paradigmas,
programas de investigación, etc, afectaba también a la racionalidad de la
ciencia que era atacada por medio de las tesis de la inconmensurabilidad de las teorías entre sí, o la inescrutabilidad de la referencia, que viene
a decir que no sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de la realidad, según
ZB. Popper acudió en ayuda de la
verosimilitud de las teorías con su noción de falsabilidad, de manera que aún
sabiendo que las teorías suelen ser falsas, algunas son “menos falsas que
otras”, y lo hizo partiendo del concepto de verdad de Tarski que no era otro
que rehabilitar la verdad como correspondencia. Popper propone su idea de
verosimilitud como un ideal regulador que cumpliera con las ideas de verdad y
del contenido lógico que la incluye, para lo que tuvo que postular la tesis de que una teoría o hipótesis que está
más próxima a la verdad que otra, es, como todas nuestras teorías, una
conjetura. Para realizar la crítica o refutación propuso su método de la
falsación, tesis que propone que nuestro conocimiento sólo puede aumentar con
teorías conjeturales, -que por definición son imposibles de comprobar sin son
verdaderas-, que puedan ser contrastadas por hechos intersubjetivamente
contrastables con la experiencia y reproducibles. Así acaba con parte de la
dosis escéptica connatural del ser humano, al mismo tiempo que podemos predecir
deducciones lógicas de la teoría. El grado de verosimilitud de una teoría sería
mayor o menor respecto a otras, según resista la contrastabilidad o
corroboración de los test empíricos a que se les someta. La idea que subyace a
Popper es que el progreso científico debe entenderse fundamentalmente como
progreso hacia la verdad, que es lo que
persigue desde siempre la gente con sentido común. Como es habitual en
los trances del conocimiento, pronto le
llovieron las críticas, sobre todo desde posiciones que ponían en duda la
cercanía a la verdad como la que dio Khun casi simultáneamente a la formulación
del concepto por parte de Popper, en La estructura de las revoluciones
científicas: “Es posible que tengamos que renunciar a la noción, explícita o
implícita, de que los cambios de paradigma llevan a los científicos….cada vez
más cerca de la verdad”, y otras como las de Feyebarend, Laudan y Stegmuller,
entre otros. Khun fue más explicito posteriormente y señaló que las generalizaciones exitosas de
las teorías se referían más a la ontología de las teorías que a lo que
realmente “estaba ahí”, señalando que esta situación no salvaba la noción de
verdad, porque no había una sucesión real de este desarrollo ontológico de las
teorías con su contraparte real. Aunque quizá era más importante la
inconmensurabilidad de las teorías si están desarrolladas desde paradigmas
diferentes.
Por su
parte Feyebarend puso en duda la idea misma de que la ciencia debe proponerse
objetos tan elevados como la Verdad…cuando lo que más bien ocurre es que las
teorías pasadas son reformuladas tendenciosamente por los científicos
posteriores que hacen que sus teorías parezcan un progreso con lo que el
aumento de contenido o grado de verosimilitud sea una ilusión. Las críticas más
fuertes las recibió cuando fue atacada la concepción lógica de su teoría de la
verosimilitud. Miller y Tichy criticaron su definición cualitativa del concepto
“ser más verosímil que”, demostrando que no servía más que para el único caso
en que dos teorías se compararan entre sí y ambas fueran verdaderas. También la
definición cuantitativa manifestó inconsistencias, (Rivadulla), que al ser
formales, (al menos más consistentes que las estrictamente filosóficas),
llevaron al Popper octogenario a abandonar la idea formal de verosimilitud aún
a pesar de reconocer que su teoría funcionaba. Lo que realmente importa para el
progreso de la ciencia es que como dice ZB, es que este concepto podía servir
para caracterizar la ciencia como una actividad epistemológicamente racional,
con lo que el problema pasa a ser el de definir de forma precisa, el concepto
de semejanza con la verdad. Se propusieron varios enfoques distintos, grados de
similaridad, verdad aproximada, parcial,
grados de verdad o de plausabilidad, el probabilista, consecuencial, etc.
Dentro del enfoque de la similaridad hubo dos programas, el sintáctico y el
semántico que se diferenciaban básicamente en que el enfoque sintáctico toma
como elementos lógicos de su espacio los enunciados máximamente informativos y
establece sus diferencias entre sus elementos en función de la estructura
lógico-gramatical, (sintáctica),de sus enunciados, mientras que el otro toma
como elementos los propios aspectos de la realidad, “los modelos”, enunciados
con una descripción, (semántica) más completa porque refieren. Por razones de espacio y
tiempo, he mostrado sólo algunos de los enfoques críticos, lo que quiero
señalar es que la definición del concepto de rehabilitación de la verdad, la
verosimilitud Popperiana, no es el único que basta para decidir que es el
realismo. Lo que quizá si es más importante es decidir si la verdad es el
objetivo de la ciencia o su legisimitud, (Cohen), es decir que haya razones
para desearla científicamente. Los datos pueden ser tomados para diversos fines
o hipótesis de futuro, y aunque el grado de acierto en las predicciones, suela ser covariante con
el grado de verosimilitud, esto no es una prueba de que siempre ocurra así y si
nos referimos a una estructura, no está claro que hipótesis debemos cambiar
para su éxito predictivo y sobre todo, porque hipótesis debemos cambiarlas para
que triunfe. Ante estas dificultades ZB propone un enfoque metodológico de
verosimilitud, que parte de este axioma fundamental: “La investigación
científica es una actividad cuyo objetivo es el de resolver problemas
cognitivos con la ayuda de teorías que tengan el grado más alto posible de
verosimilitud”. El enfoque debe ser externalista o internalista, según el
objetivo esté determinado por causas externas o internas, por motivos sociales
o epistemológicos, ya que de este modo la investigación científica se mostraría
como una actividad racional en el contexto de las ciencias humanas. Creo que el progreso sólo se adquiere aplicando a la teoría y a
sus predicciones un método de verosimilitud que nos confirme, “que al menos de
momento”, es válida y nos predice los hechos mejor que las anteriores teorías.
No sé por qué las teorías deben permanecer infinitamente inalterables y nosotros no. Por ejemplo, podría quedar inalterable la Kim Bassinger de Nueve semanas y media o L.A .Confidential, y quizá yo mismo.
[1] Realismo ontológico. Las entidades teóricas postuladas por las
teorías científicas bien establecidas existen (puede haber excepciones). O sea,
los términos teóricos típicamente
refieren. Se oponen el instrumentalismo sobre entidades (las
entidades teóricas son meros recursos predictivos) y el constructivismo
social (las entidades teóricas son construidas
socialmente)
Realismo
epistemológico. Las teorías científicas (TC) nos proporcionan un conocimiento
adecuado, de la realidad con independencia de nuestros procesos cognitivos. Se
oponen el fenomenismo
(las teorías científicas sólo tratan de fenómenos
observables) y el idealismo epistemológico (las
teorías científicas versan sobre una realidad hecha por la mente).
3) Realismo teórico. Las TC son
susceptibles de verdad o falsedad. Se opone el instrumentalismo
teórico (las teorías científicas son instrumentos de
cálculo, útiles o no, pero no verdaderas o falsas).
4) Realismo semántico. Las TC son
verdaderas o falsas en función de su correspondencia con la realidad. Se oponen
el pragmatismo
(la
verdad o falsedad de las TC han de entenderse en relación con las actividades
cognitivas humanas), el coherentismo (la verdad o la falsedad de las TC no significa otra cosa que su
coherencia con un sistema previamente aceptado de creencias o de teorías) y el relativismo (la verdad o la
falsedad de las TC son relativas a los contextos en los que éstas surgen).
5) Realismo progresivo. La ciencia progresa
teniendo como meta la verdad. Las nuevas teorías contienen más verdad y/o menos
falsedad que las anteriores. Al realismo progresivo se opone lo que, a falta de
nombre mejor, cabe llamar antirrealismo sobre el progreso (el progreso en la ciencia no puede
ser establecido como un acercamiento creciente a la verdad).
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