La viga en el ojo propio es, como casi todo el mundo sabe, más pequeña que la brizna de paja en el ojo ajeno. Este defecto visual, consistente en una degeneración neurológica del pensamiento y de la historia por mor de la mala leche, suele ocurrirle a los seguidores de las religiones del ojo por ojo y dentadura completa por muela picada. Incapaces de aceptar crítica alguna, tachan de enemigos farsantes e innobles a quienes les dicen que están empapados cuando se encuentran en mitad de un embalse. Al ex- embajador de Israel en España (afortunadamente), señor Schutz le pasó el otro día y publicaron sus comentarios en El País. Goytisolo le respondió de manera adecuada -y muy blanda- y de paso le enseñó, nos enseñó, algunas cosas de la historia de los judíos y sus descendientes en España. La tesis del intolerante Raphael Schutz es que somos unos antisemitas porque seguimos con la inquisición. No se da cuenta que, debido a que la mala leche altera de forma eficaz el oído y la vista de cerca, la inquisición no existió en España entre la gente tolerante salvo para apresarla, condenarla y ejecutarla, y que dichas acciones fueron llevadas a cabo por la gentuza a la que pertenece este semita: los intolerantes de los pueblos elegidos, de las únicas fes verdaderas, oxímoron donde los haya, de los conmigo o contra mí, esos son los que promueven la intolerancia y la desaparición del contrario. Suele ser la derecha casposa, los fascismos, los totalitarismos y fanatismos de cualquier ideología o religión, los que promueven el odio antisemita contra el pueblo que les interesa y las prácticas terroristas: judíos o palestinos. Igual es el terrorismo de estado que el de los fanáticos religiosos, ambos dan el mismo asco. Schutz, como tantos otros, proclaman la raíz semita de su gente, como pueblo elegido que es, sólo para los suyos; a este paso reclamarán la raza humana sólo para su pueblo elegido.
A continuación, y ya con la melena al viento, se dedica a criticar las noticias que aparecen en nuestros diarios. Por supuesto, también son antisemitas, (huy perdón, quise decir antijudíos), porque sólo hablan de las tropelías que cometen los israelíes contra los palestinos y no de las cosas normales que hacen la gente de allí. O sea, sólo dan noticias malas y tergiversadas contra los judíos. Hay que reconocer que, ya puestos, cuanto más se miente más se lo cree uno. Un país que se pasa por el forro de las entrepiernas las resoluciones de la ONU, a la que acuden, sin embargo y recato, en busca de sanciones contra los países que les odian, (pronto le tocará a España), que tiene un presidente admirado por este embajador que se permite el lujo de cachondearse en el senado norteamericano de las propuestas de paz que el presidente de ese país le hace para solucionar la ocupación y el apartheid a la que tiene sometido al pueblo semita palestino, y en la que todos los involucionistas y fanáticos religiosos de ese país le rieron las gracias. El odio y la perseverancia en aumentarlo a causa de la ocupación de tierras y de los ríos, la imposición de una famélica economía de guerra, en suma un apartheid puro y duro hará, como sigan así los dirigentes judíos de Israel que este estado desaparezca otra vez, sin necesidad de acudir a la Inquisición ni a la pérdida de confianza de un dios vengativo, como ellos, en su pueblo elegido. Sólo el odio de quienes no saben perdonar y si arrasar, de los sionistas, está haciendo que la historia tome una única dirección: el día de mañana hablará de un nuevo Adriano y una nueva diáspora. Menuda caterva de dirigentes tienen los israelíes: sólo se acuerdan del holocausto para justificar sus crímenes. Por cierto señor Schutz, ¿sabía usted que los españoles tolerantes fueron “compañeros de patio y caldera” de sus antepasados en los campos de concentración? Sigan así, aunque deberían recordar que es de tontos intentar engañar a la historia: siempre vamos detrás.